miércoles, 17 de junio de 2009

Sin Palabras...

jueves, 29 de enero de 2009

Una de miedo

De vez en cuando necesitamos un shock que nos redima de la penosa, mecánica y rutinaria vida que nos imponen. Para ello recurrimos a las cosas mas estúpidas. Desde hacernos romper nuevamente el corazón, hasta sublimar nuestras ansias tanáticas en relatos truculentos capaces de cuestionar la predecible cotidianeidad.

El relato de horror es indefectiblemente hijo de la modernidad. Pervivencia de la oralidad rural que los románticos de la Europa puritana hiperbórea retomaran, para filtrar irreverentemente en la esfera estética del mundo racional positivista cuya secularización todo parecía condenado a devorar.

Con el siglo XX la cosa cambio y hasta la herética y desvergonzada exhibición de espectros y misterios inexplicables abrieron paso a los relatos materialistas de horror, en los que los monstruos eran perfectamente explicables desde la ciencia. Pero por mas explicación, el desmadre de la situación, la inesperada invasión del caos a la predecibilidad de la organización social burgueza siguió desafiando y seduciendo el inconsciente colectivo de época.

Esta película me resulto otro hallazgo. El mero hecho de que sea de factura española ya es llamativo.

En si la historia es bastante sencilla. Un programejo de TV sale a acompañar las recorridas nocturnas de un escuadrón de bomberos. En eso, una emergencia sanitaria hace prisionero a todo un inquilinato. Allí se desata una epidemia que hace de sus habitantes unos horrendos humanoides asesinos.

La trama no es en si nada original. Se situa entre el cuento materialista de terror, el llamado horror de contagio (con toda la paranoia de que cualquiera puede convertirse repentinamente en monstruo) y una de esas de zombis en las que vuelan tripas para todos lados. Sumémosle a eso que esta grabada como un falso documental con una sola cámara bien en la honda del Proyecto Bleirwitch.

Lo cierto es que la peli te sumerge en un clima que va de lo angustioso a lo pesadillesco continuamente. Muy efectista y con un ritmo vertiginoso, Manuela Velasco (a pesar de ser demasiado rubia para mi gusto) logra protagonizar eficazmente su papel. Para el final hay un postmoderno coqueteo entre ciencia y religión (o fenómenos para normales) que le pone la guinda a la historia.

Mas que recomendable!!!